viernes, 12 de octubre de 2012

ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JUAN DE DIOS REGORDÁN DOMÍNGUEZ

                                                        AGRESIVIDAD ANÓNIMA

      Durante mi etapa profesional, como Profesor de Pedagogía Terapéutica y Orientador Familiar, una misión muy importante era observar, analizar comportamientos, estudiar ambiente familiar y aplicar terapias a niños con problemas. La observación, en muchos casos, se hace apasionante. El comportamiento de los niños se manifiesta, con mayor claridad, en el juego, en los recreos. Nos solemos encontrar, durante los años, con todo tipo de rasgos de la personalidad y que, a veces, es difícil catalogar, pero que con un conjunto de datos podemos hacernos una idea del por qué de sus acciones.

      Sin pretender hacer en este artículo un análisis completo del tema de la agresividad, sin embargo sí podemos dar alguna pincelada. Así nos encontramos que hay niños a los que les cuesta relacionarse. Unos buscan la soledad o se dedican a mirar desde la distancia a los demás niños, situándose a la defensiva. A este tipo de niños hay que dedicarles tiempo y tratamiento especial porque, en lo profundo, sufren y ya, desde pequeños, empiezan a acumular sentimientos que influirán negativamente en sus relaciones sociales posteriores.

      Existen estudios apasionantes sobre la delincuencia infantil. Se profundiza en las influencias que tienen su origen en la herencia o del ambiente. Sabemos que la comunicación suele ser, a veces sin tener conciencia de ello, lo más frecuente y fundamental entre los seres humanos y al mismo tiempo, tal vez, lo más difícil. Por ello, ayudar, favorecer y orientar las formas de relaciones interpersonales es algo que nuestra sociedad necesita. Por tanto, hay que dedicar recursos humanos y lugares de encuentro para que, desde niño, se pueda desenvolver en un auténtico clima de apacibilidad.

      La realidad nos demuestra que existen niños que, cuando tienen en sus manos un juguete de otro niño, no saben valorar ni la belleza ni la finalidad del juguete que es distraer y compartir. En lo más profundo de su ser brota la envidia y, al no ser dueño de lo que tiene en sus manos, tiene tendencia a destruirlo o inutilizarlo. No lo suelen hacer abiertamente, sino que, mirando de reojo, sus manos o sus pies se deslizan para destruirlo lo más posible. Y, una vez hecha su acción, lo abandonan tranquilamente para no ser descubiertos. Seguro que ha disfrutado amargamente y si se le preguntara por qué lo hizo, dirá que él no ha sido.

      Es ahí, en la realidad de los hechos, en donde, con sumo realismo, deben intervenir, en equipo y sin que tiemble nadie, padres, profesores y especialistas, en su caso. Con serenidad, una vez estudiado el caso, se deben emplear una serie de mecanismos y estímulos para que el “gen de la agresividad” no se desarrolle sin control ni dominio personal adecuado. Hasta hace poco se decía que el “gen de la agresividad” lo tenían un dos por ciento de la población. Hoy lo padecen más persona de la cuenta, Lo tienen desarrollado y a flor de piel aquellas personas que, ante un pequeño estímulo, como puede ser un adelantamiento en carretera, se sienten como impulsados a perseguir con intenciones asesinas a quien le adelantó.

      La agresividad, toda agresividad, no es producto sólo de genes, sino también de actitudes egoístas, cobardes, sin dar la cara abiertamente, pero creyéndose con derechos para pretender romper, en el anonimato, todo aquello que no le pertenece y le molesta que otros lo tengan. Una sociedad, dominada por agresivos, que se permita ofender calumniando, no puede marcar la ruta de la convivencia. No obstante, hay que afirmar que no hay que temer a las acciones de los agresivos, sino al silencio de los buenos.


Juan de Dios Regordán Domínguez

sábado, 6 de octubre de 2012

ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JUAN DE DIOS REGORDÁN DOMÍNGUEZ

                                                    NUEVOS EMPRESARIOS

     Se ha dicho que las pequeñas y medianas empresas eran las que creaban más puestos de trabajo. La realidad ha sido que muchas de ellas han tenido que cerrar su actividad, ahogándose ilusiones y trabajo bien hecho. En estos momentos de desamparo por la falta de puestos de trabajo en las grandes empresas, que han aprovechado la crisis para ganar más con el menor gasto, se hace necesario pensar y reflexionar como personas libres y buscar caminos de esperanza para que vuelva la ilusión, sobre todo de los jóvenes, con el convencimiento de que todo tiene solución.

     En la actualidad, muchos pretenden pensar que no deben nada a nadie, si no es a sí mismos. Piensan que sólo son titulares de derechos y con frecuencia les cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno. Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia.

     La desilusión, la falta de esperanza y creer que los cambios vendrán de arriba, del poder, del capital, no lleva a la solución de los problemas actuales. Hoy hay que cambiar de mentalidad. La palabra “empresario”, por ejemplo, debe abandonar su significado “profesional” para asumir una dimensión del trabajo distinta. Hay que pasar de lo puramente mecánico y burocrático a relaciones humanas. El trabajo, como “acto humano” tiene la posibilidad de dar la propia aportación a la labor del trabajador-empresario, de modo que “él mismo” sea consciente de que está trabajando en algo propio y que sirve para algo.

     Todo trabajador se ha de convertir en creador. Precisamente para responder a las exigencias y a la dignidad de quien trabaja, y también a las necesidades de la sociedad, existen varios tipos de empresas, más allá de la pura distinción entre “privado y público”. Es cuestión de analizar las necesidades de servicios y la capacidad de aportar ideas y solución a todo aquello que sea posible llevar a cabo. Del intercambio de ideas y proyectos se puede llegar al convencimiento de la necesidad de la cooperación y la solidaridad. La solidaridad, que debe ser un hecho, es un beneficio para todos.

     Signos positivos del mundo contemporáneo son la creciente conciencia de solidaridad de los pobres entre sí, así como también sus iniciativas de mutuo poyo y su afirmación pública en el escenario social, no recurriendo a la violencia, sino presentando sus carencias y sus derechos frente a la ineficiencia o a la corrupción de los poderes públicos. La interdependencia debe convertirse en solidaridad, fundada en el principio de que los bienes están destinados a todos. Y lo que la industria humana produce con la colaboración de las materias primas y con la aportación del trabajo, debe servir igualmente al bien de todos.

      La solidaridad nos ayuda a ver al “otro” no como un instrumento cualquiera para explotar a poco coste su capacidad de trabajo y resistencia física, abandonándolo cuando ya no sirve, sino como un semejante nuestro, una ayuda. De esta manera, la solidaridad es un estímulo que ayudará a los Nuevos Empresarios, sobre todo a los jóvenes, a dar pasos hacia el desarrollo y la construcción de una nueva sociedad justa y más humana. La paz social es inconcebible si no se logra reconocer la interdependencia, y la transformación de la mutua desconfianza en colaboración. Colaboración y Solidaridad serán los signos propios de los Nuevos Empresarios.


Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com

CONFERENCIA: "LA CIUDAD PERDIDA"

                                                                  LA CIUDAD PERDIDA

     El Jueves 4 de Octubre se desarrolló en la sede de FAPACSA la charla “La ciudad perdida: imágenes del patrimonio urbano algecireño desaparecido en el último siglo”, a cargo del Doctor D. José Juan Yborra, profesor del IES Kursaal y Subdirector de la UNED en Algeciras y que fue presentado por el Profesor Francisco Javier Díaz Pavón.

      Magnífica e interesantísima exposición del patrimonio urbano algecireño desaparecido y destruido a lo largo del siglo XX.

      El profesor Yborra hizo un detallado repaso sobre las edificaciones algecireñas que han desaparecido y que mostraban una ciudad con una categoría arquitectónica muy superior a la podría haber correspondido con una pequeña ciudad de provincias como era la Algeciras de los siglo XIX y XX.

      Primero la influencia cultural puramente andaluza, a la que se sumó, a principios del siglo XX, la fuerte influencia británica venida de la colonia gibraltareña. Influencia que se manifestó en multitud de mansiones, casas, hoteles, instalaciones deportivas así como en el diseño de otras estructuras arquitectónicas. También fue importante el regionalismo sevillano de principios del siglo XX. Así, Algeciras supuso un mestizaje de estilos y culturas que sirvieron para definir una ciudad urbanísticamente equilibrada. A partir del diseño del Marqués de Verboom, Algeciras llegó a desarrollarse como una ciudad de elevada categoría en relación con la escasa población que contenía. El río de La Miel se convirtió, desde incluso la Edad Media (la Algeciras musulmana) en el eje vertebrador de la ciudad.

      A lo largo de la charla, el doctor Yborra mostró diversos ejemplos de esa Algeciras desaparecida debido a la falta de auténticos profesionales urbanistas y que desde hace mucho tiempo ha estado en manos de autoridades sin una visión de ciudad, que sólo se han dedicado a resolver problemas puntuales, pero que han carecido de la capacidad para convertir a esta ciudad en lo que realmente siempre ha supuesto: el punto de entrada cultural, social y económica de Europa. El resultado es una ciudad sin personalidad y sin un desarrollo urbanístico acorde a la categoría que hoy tiene nuestra Algeciras.

      El público llenó el local y asistió de un modo muy participativo a la charla, que se alargó por espacio de casi dos horas.

Francisco Javier Díaz Pavón                      Juan de Dios Regordán Domínguez
Cultura FAPACSA                                          Presidente de FAPACSA

“FAPACSA, COMO TAL FEDERACIÓN, NO ESTÁ INTEGRADA EN LA PLATAFORMA CÍVICA”

     Ante la noticia insertada en la página 7 de Europa Sur del día 5 de Octubre de 2012 “FAPACSA plantea un estudio amplio de los colectores”, como presidente de la Federación debo hacer unas aclaraciones para que nadie pueda interpretar algo erróneo:

1. Se añade la afirmación:..”Fapacsa, precisamente está integrada en la Plataforma cívica…” No es exacta esa afirmación. Y aclaro: hay dos presidentes de dos asociaciones, que hasta ahora pertenecen a FAPACSA, pero la federación como tal no está integrada en esa Plataforma ni comparte todos sus planteamientos.

2. Dentro de FAPACSA se sigue trabajando en la misma línea de libertad, independencia, diálogo y colaboración, como se ha hecho siempre con todos los Equipos de Gobierno del Ayuntamiento de Algeciras.

3. Hasta el día de hoy, FAPACSA tiene los Equipos de Trabajo dedicados a estudiar, profundizar, exponer y denunciar, en su caso, todos aquellos temas, que su solución, puedan redundar en beneficio de Algeciras y sus ciudadanos.

                                                                                                             Algeciras a 5 de Octubre de 2012

Juan de Dios Regordán Domínguez
Presidente de FAPACSA

jueves, 4 de octubre de 2012

FAPACSA PRESENTARÁ AL ALCALDE DE ALGECIRAS PROPUESTAS COMPLEMENTARIAS SOBRE LOS COLECTORES

     Un equipo de FAPACSA presentará al Sr. Alcalde de Algeciras un estudio complementario a las Propuestas que, ya en su día, le presentó sobre el Uso del Llano Amarillo y Recuperación del Litoral de Algeciras.

      Para FAPACSA el problema de Los Colectores entra de lleno, como ya se presentó también al Ayuntamiento, en el estudio sobre Saneamiento Global de las Aguas de Algeciras.

      Por ello, como siempre, en su línea de diálogo y colaboración, presentará, en breve, al Sr. Alcalde un estudio complementario sobre cómo poder dar solución eficaz al problema de los colectores, dentro de ese estudio global.

Algeciras a 4 de Octubre de 2012 

Juan de Dios Regordán Domínguez
Presidente de FAPACSA

sábado, 29 de septiembre de 2012

ARTÍCULO DE JUAN DE DIOS REGORDÁN DOMÍNGUEZ

BUSCANDO CULPABLES
 
     Continuamente se reciben muchos correos electrónicos. Algunos de ellos traen informaciones y denuncias graves. Con nombres y apellidos se ponen en entredicho a personas con todo aquello que, según los anónimos, sería denunciable. Parece que se ha dado el toque de buscar culpables, donde sea y como sea. Lo que no se dice es de dónde se recibe la información y qué se pretende al divulgarlo. No queda claro tampoco si quiénes sacan estas informaciones tienen la valentía de llevarlo al lugar adecuado para pedir responsabilidades.

      Hay palabras que por el mal uso pierden su significado, pero otras por muy mal que se utilicen nunca lo perderán. Robar y calumniar siempre llevan su maldad y sus consecuencias. El equilibrio de la justicia nunca permitirá que por ser “familiar” de una persona determinada ya no tenga derecho a ocupar un puesto de responsabilidad en la sociedad. En una “búsqueda de culpables” se tiene el peligro de creer que todo el mundo es corrupto. Es muy fácil constituirse en juez y parte y creerse con derecho a pensar que todo es enchufe y corrupción.

      Una sociedad preñada de bulos, calumnias y desprecio de la justicia, olerá a podrido y se hará irrespirable la convivencia humana. El respeto a la dignidad de las personas no sólo hay que proclamarlo, sino llevarlo a la práctica en la vida cotidiana. Toda persona tiene derecho a tener un trabajo digno y obligación de trabajar y este derecho y este deber lo tiene no por haber nacido en una familia determinada sino, por el hecho de ser persona.

      Toda discriminación, a favor o en contra, por pertenecer a una familia concreta hay que desterrarla en una sociedad democrática de mérito. La libertad no puede ser mediatizada por motivos familiares, sociales o políticos. Tener que actuar coaccionado por “el qué dirán” sería fruto de estar viviendo en una sociedad enferma, acostumbrada a la corrupción y a las influencias para poder conseguir un trabajo. En unas circunstancias así, es fácil querer estar siempre “buscando culpables”.

      Evidentemente no basta reconocer al hombre el “deber de trabajar y el derecho al trabajo” para poder conseguir lo necesario para la vida, si no se procura, en la medida de lo posible, que el hombre al mismo tiempo posea con abundancia en cuanto se refiere a un sustento y vida digna. A esto hay que añadir que la sociedad además de tener un orden jurídico, ha de proporcionar otras muchas utilidades y posibilidades, Ello exige que todos, en vez de convertirse en “buscadores de culpables”, reconozcan y cumplan mutuamente sus derechos y deberes e intervengan unidos en los múltiples compromisos que la civilización actual permita, aconseje o reclame.

      Una comunidad será verdaderamente humana cuando los ciudadanos, bajo la guía de la justicia, respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones. Una sociedad bien ordenada y fecunda requiere gobernantes, investidos de legítima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho del bien común. Sin embargo, la autoridad no puede considerarse exenta de sometimiento a otra superior.

      Más aún, la autoridad consiste en la facultad de mandar según la recta razón Y la razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el bien común. De donde se deduce que todo gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio bien común y ajustando, al mismo tiempo, sus normas jurídicas a la situación real de las circunstancias. En los momentos actuales debe considerarse que el bien común consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana.

Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com